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martes, 30 de junio de 2009

El fenómeno Solanas


Aunque quedó en la segunda posición, nadie se atrevió a discutir que el domingo fue el gran ganador de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Pasó de hacerse un espacio entre los pequeños partidos a pelear codo a codo con el candidato del oficialismo, Carlos Heller. Y por último, claro, robarle casi seis puntos al que estaba segundo cómodo. La nómina del Acuerdo Cívico y Social con Prat Gay a la cabeza y secundada por Ricardo Gil Lavedra y Elisa Carrió quedó tercera con un 18,9 por ciento, contra un 24, 2.

La reacción por la victoria de Pino Solanas y su Proyecto Sur fue como la cara falsa sorpresa ante una fiesta pinchada por alguien que ya lo había adelantado. La encuestadora Poliarquía había equiparado la intención de voto para Solanas con la del Acuerdo pocos días antes de los comicios. El resultado fue mucho más allá de las expectativas de cualquier especialista y, por más que la explicación política oscile entre el voto bronca contra la gestión de Macri y la cristalización que hizo Solanas durante la campaña de temas importantes fuera de agenda -como los recursos naturales-, hay una lectura más coyuntural.

En las elecciones de octubre de 2007, Proyecto Sur había quedado quinto en las elecciones y había conseguido ubicar un solo diputado nacional en el Congreso, Claudio Lozano. En las presidenciales, Solanas no alcanzó al 2 por ciento, pero fue al que mejor le fue de los espacios de izquierda.

Para pasar de una a cuatro bancas, la campaña de Proyecto Sur para las elecciones del domingo pasado hizo la diferencia y supo aprovechar el boom mediático obtenido luego del debate legislativo en el canal TN. Por otra parte, es llamativo el viraje de los resultados de los comicios, que en sólo dos años, denota una fuerte disparidad de votos.
A modo de explicación, lo que Juan Carlos Torre supo llamar “electorado flotante”, un grupo importante de votantes que oscila entre espacios de centro izquierda y centro derecha, entra en su máxima expresión. La crisis de representación se traduce en un personalismo y un apoyo laxo según las circunstancias y las capacidades que identifican en cada postulante.

Al fin y al cabo, se termina estando en acuerdo o en desacuerdo con los candidatos según las creencias y la idoneidad que parece demostrar ante determinada situación o tema. Casi como se acuerda o se desacuerda con un amigo al que se le confía algo, o se tiene en cuenta para ciertas cosas y para otras se lo ignora. Además, la conducta de muchos electores se asemeja a la de quienes gustan acercarse a aquel que consideran como más popular. Una especie de autoestima fundada en el sentirse sobre la movida.

Tal es así que Solanas pudo acaparar más votos que los que esperaba en el correr de pocas semanas, mientras que se ilusiona con comenzar a consolidarse lentamente como fuerza nacional. El desafío estará en retener el electorado y evitar que el surgimiento de un nuevo personalísimo se traduzca en un futuro espaldarazo.
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jueves, 25 de junio de 2009

Autobombo


Toda la información para este domingo sobre candidatos por la ciudad de Buenos Aires, plataformas y cobertura de las elecciones la pueden encontrar en el blog que hago con unas colegas de TEA.
Desde pequeños perfiles de los candidatos al contenido de las plataformas y un (intento de) multimedia que explica qué y cómo se vota.

El blog es Animales Políticos.
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sábado, 6 de junio de 2009

La facultad de noche

Cuando estaba en 7mo grado, me acuerdo que una vez tuve una de esas reuniones por el viaje de egresados en las que los padres se aconglomeraban en el comedor del colegio y también había un par de chicos llevados de prepo para "opinar".
Esa vez, deseosos de aventuras, me escapé algunos compañeros y nos dispusimos a explorar a la escuela de noche, desde luego, más oscura y más misteriosa que de día. Además, mi colegio tenía 5 pisos, tres de los cuales eran del secundario y nos era un espacio vedado, casi prohibido, que debía ser conocido.
Nos metimos en aulas, revolvimos cosas, escapamos a las corridas del portero que amenazaba con acusarnos con nuestros papás que estaban abajo, espíamos por cerraduras y hasta intentamos forzar las puertas de la sala de dirección. Era como todo un mundo nuevo.

Para hacer una analogía, hace unos pocos días empecé a cursar de noche en la facultad. Jamás había ido pasadas las 4 de la tarde, así que también era como una especie de mundo nuevo. Lejos de ser tan atractiva como la escuela de noche, me sorprendió la cantidad de gente que había. De hecho, estuve 10 minutos reloj en pleno intento de atravesar la marea humana de gente que se iba, gente que entraba y gente que quería sacar fotocopias. Parecía un boliche en su esplendor, con similar olor a cigarrillo y sudor incluido.

Las personas que cursan a la noche también son otra cosa, completamente diferente a mis compañeros de la mañana. No quisiera parecer la nenita que descubre el mundo de los grandes, pero la gran mayoría están con traje, ojeras y cansancio arrastrado del día.

En una de mis comisiones, la mitad son así, la otra mitad no sé y hay un par que merecen unas líneas (no podía faltar).

Hay un viejo que tiene, a falta de dos, tres pares de anteojos, que se pone uno sobre los ojos, otro sobre la cabeza y el otro sostenido de forma que desconozco en la frente. Supongo que uno es para mirar de cerca, otro para mirar de lejos. El tercero ignoro para qué es... Encima, se le viven cayendo las cosas, por lo que los tres pares de anteojos siempre tienen como destino terminar en el suelo.

Además, en otra, tengo un compañero que es idéntico al emo de Capusotto. Cuando habla, sonríe o baja la cabeza para escribir, no puedo evitar pensar automáticamente en la canción: "No hay coca, hay pepsi...".

Al margen, hay una mina que se la pasa hablando sola.

Ojo, no quiero decir que los que van de día sean normales, pero que me perdonen, esas cosas a la mañana no se ven..
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