
La reacción por la victoria de Pino Solanas y su Proyecto Sur fue como la cara falsa sorpresa ante una fiesta pinchada por alguien que ya lo había adelantado. La encuestadora Poliarquía había equiparado la intención de voto para Solanas con la del Acuerdo pocos días antes de los comicios. El resultado fue mucho más allá de las expectativas de cualquier especialista y, por más que la explicación política oscile entre el voto bronca contra la gestión de Macri y la cristalización que hizo Solanas durante la campaña de temas importantes fuera de agenda -como los recursos naturales-, hay una lectura más coyuntural.

Para pasar de una a cuatro bancas, la campaña de Proyecto Sur para las elecciones del domingo pasado hizo la diferencia y supo aprovechar el boom mediático obtenido luego del debate legislativo en el canal TN. Por otra parte, es llamativo el viraje de los resultados de los comicios, que en sólo dos años, denota una fuerte disparidad de votos.
A modo de explicación, lo que Juan Carlos Torre supo llamar “electorado flotante”, un grupo importante de votantes que oscila entre espacios de centro izquierda y centro derecha, entra en su máxima expresión. La crisis de representación se traduce en un personalismo y un apoyo laxo según las circunstancias y las capacidades que identifican en cada postulante.
Al fin y al cabo, se termina estando en acuerdo o en desacuerdo con los candidatos según las creencias y la idoneidad que parece demostrar ante determinada situación o tema. Casi como se acuerda o se desacuerda con un amigo al que se le confía algo, o se tiene en cuenta para ciertas cosas y para otras se lo ignora. Además, la conducta de muchos electores se asemeja a la de quienes gustan acercarse a aquel que consideran como más popular. Una especie de autoestima fundada en el sentirse sobre la movida.
Tal es así que Solanas pudo acaparar más votos que los que esperaba en el correr de pocas semanas, mientras que se ilusiona con comenzar a consolidarse lentamente como fuerza nacional. El desafío estará en retener el electorado y evitar que el surgimiento de un nuevo personalísimo se traduzca en un futuro espaldarazo.
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Al fin y al cabo, se termina estando en acuerdo o en desacuerdo con los candidatos según las creencias y la idoneidad que parece demostrar ante determinada situación o tema. Casi como se acuerda o se desacuerda con un amigo al que se le confía algo, o se tiene en cuenta para ciertas cosas y para otras se lo ignora. Además, la conducta de muchos electores se asemeja a la de quienes gustan acercarse a aquel que consideran como más popular. Una especie de autoestima fundada en el sentirse sobre la movida.
Tal es así que Solanas pudo acaparar más votos que los que esperaba en el correr de pocas semanas, mientras que se ilusiona con comenzar a consolidarse lentamente como fuerza nacional. El desafío estará en retener el electorado y evitar que el surgimiento de un nuevo personalísimo se traduzca en un futuro espaldarazo.