Para el inicio, ante una Biblioteca Nacional repleta, se expuso el corto-documental Crónica de una tragedia anunciada, de Antonin, en el que se mostraron impactantes imágenes y testimonios de víctimas del feroz temblor.
El primero en tomar el micrófono fue el director de la película, quien señaló que en la catástrofe murió un número tan elevado de personas como consecuencia de la negligencia del Gobierno, que no hizo caso de las reiteradas advertencias sobre las posibilidades de un terremoto. A su vez, Antonin apuntó contra la falta de políticas sociales concretas en la isla caribeña, donde más del 50 por ciento de la población sufre de desnutrición. “Este es un país profundas injusticias y me pregunto que si esta lucha contra la gran pobreza de masas se está dando de verdad, ¿por qué la situación de la mayoría de la gente no ha cambiado o, en algunos casos, ha empeorado?”, dijo retóricamente. “Probablemente la miseria masiva de masas, el caos político interno, el éxodo masivo y las catástrofes naturales son parte de las armas para mantener el estatuto de la elite, estado del que no vamos a salir si no volvemos a hacer una revolución como la de 1804”, denunció.
Último, pero no menos importante, llegó el momento más esperado por el público: las palabras de Eduardo Galeano. En sintonía con Voltaire, el escritor uruguayo hizo una reseña sobre la historia de Haití. “Es el primer pueblo de las Américas que fue de veras libre. Libre de la opresión colonial y libre también de la esclavitud y que fue por eso castigado hasta nuestros días”, sostuvo y, a modo de contexto, agregó: “Europa no perdonó jamás aquella humillación hacia Napoleón Bonaparte, ¿un ejército de esclavos negros derrotando a Napoleón? Imperdonable. Durante un siglo y medio, Haití tuvo que pagar la llamada deuda francesa, que era lo debía pagarle a Francia por el pecado de haberse liberado. O sea, el crimen de la libertad o la libertad considerada un crimen que merece compensación.”. Fiel a su estilo, dio como ejemplo a Brasil, último país de Sudamérica en abolir la esclavitud: “Allí, los levantamientos de los negros esclavos se llamaban actos de haitianismo. Haití era culpable de contagiar la peste de la libertad”.
En cuanto a los problemas actuales, Galeano, al igual que Antonin, advirtió que el terremoto fue aún más grave de lo que podría haber sido, no sólo porque no se habían tomado las medidas mínimas de precaución, sino porque también Haití se convirtió en un país sin Estado, sin poder público y con una pésima influencia de dos organismos internacionales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. “A mí me preocupa que actualmente, en especial el Banco Mundial, estén desempeñando un papel central en esto que se llama la nueva fundación de Haití y me preocupa porque la especialidad del BM no es fundar países, es fundir países”, aseguró.
Para referirse a la ayuda humanitaria, Galeano prefirió hacer una diferenciación entre solidaridad y caridad: “La caridad es siempre sospechosa porque es vertical. La solidaridad, en cambio, es horizontal. La falsa caridad ha hecho que la ayuda se convirtiera en envío de soldados, pero no sólo por el terremoto, sino desde antes. [El presidente estadounidense] Obama cuando tuvo que mandar ayuda urgente, envió 10 mil soldados. Por más que tenga buenas intenciones, hay una rutina de poder imperial”.
Sin embargo, el autor de Las venas abiertas de América Latina se mostró positivo sobre el devenir de Haití. “Es un país admirable que contiene unas reservas de energías renovadoras. El pueblo haitiano es uno de los únicos del mundo capaces de crear hermosura con basura, esa capacidad creadora para hacer milagros y hacer frente para decir: ‘La tragedia es nuestra penitencia, pero no es nuestro destino’”.